
Los rayos dorados de aquel amanecer frío se colaban sin permiso por aquellos cristales llenos de escarcha y empañados por el calor que había dentro de aquella modesta habitación, dos cuerpos enredados y sudorosos no se habían percatado de aquel amanecer habían permanecido toda la noche entregándose aquel placer lujurioso, sus caricias iban y venían de arriba a bajo recorriendo con paciencia eterna el cuerpo de los amantes, turnándose en lentas pausas llenas de inquietud animal , llegaban a un punto de excitación tan alto que pensaban que ya el mundo se les acabaría, ahora la joven mujer de 20 años recorría un camino de placer , saliendo de aquellos labios carnosos de su amante, bajando por su mentón limpio de bellos y suaves como el de una mujer, lentamente la húmeda lengua lo recorrería bajando por su carótida deteniendo su comino vicioso para seguir aun mas su trayecto, él sudoroso pecho la recibía con ansias placenteras llena de inexplicables deseos, las orbes de color miel contrarestado con sus oscuros cabellos azabaches se esparcían por la piel mate de su compañero, los largos dedos acompañaban a su lengas con finas caricias que llenaban de calor, un aroma a lilas y rosas inundaba el lugar, la lengua bajo hasta su abdomen hasta llegar al inicio de las caderas donde sus ojos miel resplandecieron buscando la mirada de su amado una tierna sonrisa se poso en sus tiernos labios y un suspiro salio de ellos, dejando caer con suavidad su cuerpo a la cama, su mirar se nublo de momento y como si estuviera en transe quedo.
Era invierno crudo y toda la planicie se encontraba nevada y fría, una brisa que calaba congelando hasta los huesos hacia danzar el largo vestido de aquella mujer , sus cabellos se desordenaban por la brisa invernal , frente a ella miles de cadáveres atravesados con lanzas y espadas, caballos cercenados y gritos suplicantes por ahorrarles aquel sufrimiento, los infinitos quejidos de dolor inundaban y hacían estremecer aquel cuerpo femenino que caminaba con lentitud por entre los cadáveres, buscando a alguien con su mirada, entre sus manos apretadas escondía algo con deseo, sus vestidos se manchaban carmín por aquella sangre derramada por hombres que suplicaban que los acaben cuanto antes con ellos, ella caminaba sin prestar oídos a sus suplicas buscando. Debajo de aquella bandera que toda rasgada que antaño poseía a un bravío león en ataque que apenas se podía distinguir ahora, yacía el cuerpo mal herido de quien buscaba, corrió entre los cadáveres para llegar pronto y arrodillarse frente a el, la nieve comenzaba a caer, se arrodillo y poso la cabeza de su ensangrentado hombre en sus rodillas, con caricias apacibles limpiaba su rostro mientras de sus ojos comenzaron a brotar lagrimas cristalinas que deslizaban por sus ojos, jugando a descubrir sus mejillas hasta el rostro de su amado, de sus guardianes manos cogio una cadena que tanto cuido colocándola en el cuello de aquel guerrero herido de muerte, entre suspiros melancólico, besó sus labios con amor y dulzura susurrando un te amo tan silencioso que ni siquiera el frío invernal pudo congelar, las lagrimas dejaban ya de salir, las pálidas y frías manos cogieron la espada de su amado , apretando su empuñadura con dureza y decisión ella misma se atravesó el pecho, aniquilando su propio corazón, lentamente mientras repetía el nombre del amor de su vida, su cuerpo cayo sobre la nieve blanca manchándola de carmín.
El sol había terminado de salir cuando aquel hombre de tez mate tomaba el cuerpo frío de su amante, recostándola con amor mientras veía lentamente la vida escaparse entre cada suspiro que emanaba, los ojos miel se apagaban y sus suaves parpados caían pesadamente, su figura blanca era mas porcelana que antes y no pudo articular palabra alguna, mientras el amante preocupado mojaba los secos labios de aquella vida que acababa de partir.
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